Cuando vi la escena no lo podía creer, ciber-locos; me froté los ojos, me pegué en la cara, le dije a mi novia que viniera a pellizcarme para ver si eso que veía era real o era una alucinación, una fantasía mía: ¡un diputado honesto! No, no daba crédito, volví a pedirle a mi novia que se cerciorara de que no estábamos soñando; en la televisión el diputado del PAN Gerardo Priego entregaba un cheque por un millón 200 mil pesos a la Oficialía Mayor de la Cámara, y le pedía reintegrar esa cantidad a los dineros públicos. "¡Habrase visto semejante milagro!", grite. El diputado Priego decía ante los micrófonos y cámaras que ese dinero que devolvía al erario eraez de un supuesto ahorro de un fondo para viajes que la Cámara le otorga a todos los diputados para que vuelen cómodamente por todo el mundo, básicamente a turistear, con cargo a nuestros impuestos. "Como yo no utilicé esos recursos en viajes, decidí regresarlo", explicaba el sui géneris legislador. Los propios funcionarios de la Cámara que le recibían el cheque al diputado Priego parecían incrédulos. En ese lugar, el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde lo común es ver a diputados, funcionarios y asesores que todos los días buscan las formas más diversas y cínicas —legales pero no por eso menos cínicas— de saquear el presupuesto público y vivir a costillas de él, ver a un legislador que fuera a devolver dinero y no a buscar cómo sacarlo de ahí era algo casi nunca visto. Una vez que me repuse de la sorpresa, me vino a la cabeza que gran parte de los problemas de este país tienen que ver con la ausencia casi total de lo que mostró ayer el diputado Priego: honestidad y moralidad pública. Nuestra clase política, toda, sin distingos de colores, partidos o ideologías, muestra desde siempre un mal endémico: la inmoralidad, de la que derivan muchos otros males, que van desde la corrupción, los peculados, el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias hasta el abuso de autoridad y del servicio público. Es cierto que tal vez nuestros inmorales y corruptos funcionarios y gobernantes sólo son una expresión de una sociedad como la nuestra, que también padece de esos males. Todos, o casi todos, ciber-locos, somos parte voluntaria e involuntaria de esa enorme e interminable cadena de corrupción y la falta de moral pública; desde el que da una "mordida" para evitar una multa, hasta el que paga "diezmo" para obtener contratos o asignaciones del gobierno; el que vende mercancía robada; el banquero que "desangra" con comisiones a sus cuentahabientes; el que comercia en ambulantaje; el empresario que se roba los impuestos de los trabajadores o les paga sueldos de hambre, o el multimillonario que cobra las más caras tarifas por los servicios de sus empresas. Pero si bien la inmoralidad social es la raíz del problema, en el actuar de los políticos y gobernantes esa conducta inmoral y deshonesta alcanza una de las expresiones más dañinas y grotescas. ¿Cuántos funcionarios, gobernantes y servidores públicos más podrían regresar buena parte del dinero que inmoralmente cobran? Diputados, senadores, ministros de la Corte, consejeros del IFE, magistrados de la Judicatura, gobernadores, secretarios; toda una pléyade de "servidores públicos" que han hecho de ese supuesto servicio a la comunidad el negocio más redituable y la forma más rápida y fácil de enriquecerse y salir de la necesidad económica que afecta a la inmensa mayoría de la población. ¿Cuándo veremos a los ministros de la Corte tener un acto de honestidad como el del diputado Priego y decir que es demasiado su sueldo de casi 350 mil pesos mensuales, más sus autos nuevos cada año, sus bonos? ¿Cuándo escucharemos a los consejeros del IFE que, en vez de querer igualar sus sueldo al de los ministros de la Corte nos digan que como el suyo es un cargo público y de servicio cobrarán un sueldo decoroso pero no insultante ni ofensivo para la mayoría? "Sigue soñando", me dije a mí mismo. Pero yo prefiero pensar que el gesto del diputado Priego ayudará a entender a los políticos y a la sociedad, que debe exigirles que no puedan seguir siendo una élite de funcionarios ricos en un pueblo cada vez más pobre.
En otras cosas de gente honesta y responsable encontré esta nota y esta buena.
"Más rápido cae un hablador que un cojo", es un reconocido refrán del argot mexicano y que en esta ocasión se aplicó a la DJ Veronika Nagrova, una famosa locutora radial de la República Checa, quien apostó con sus colaboradores, a que ninguno de los radioescuchas sería capaz de resolver la pregunta que habían propuesto en el programa. Prometiendo que se quitaría la ropa, en caso de que alguien pudiera resolver la incógnita. A pesar de la sorpresa de la locutora, sí hubo un radioescucha capaz de resolver el acertijo, por lo que se vio obligada a cumplir la apuesta en una futura emisión. El reto cumplido consistió en dejarse ver desnuda a través de una cámara web, cubriendo sus partes nobles con body painting, para que; así los escuchas también pudieran disfrutar de su derrota y ésta no sólo quedara en el estudio de grabación: "El único problema fue que todos los hombres tenían una excusa para entrar el estudio y verme desnuda", declaró la sensual pelirroja de 30 años, al canal televisivo TN.
1 comentario:
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